La serie documental protagonizada por Natalia Oreiro revela una tendencia que redefine el rol del liderazgo en la industria audiovisual: producir con propósito ambiental. Detrás de su impacto narrativo hay decisiones empresariales precisas, planificación transnacional y gestión sostenible.

La economía del propósito como modelo de gestión
“Animales en peligro”, estrenada en Flow y coproducida por Greenpeace y Cimarrón, es mucho más que una producción cultural. Representa un modelo de gestión donde el impacto social se integra en la lógica empresarial. Para Cimarrón, la productora uruguaya con experiencia internacional, el desafío consistió en coordinar financiamiento, producción y comunicación sin perder alineación con los valores de Greenpeace: independencia, sostenibilidad y transparencia. Esta serie demostró que la industria audiovisual puede adoptar estándares de ESG (Environmental, Social and Governance) sin renunciar a la rentabilidad.

Estructura productiva y liderazgo compartido
La coproducción unió tres núcleos de liderazgo: la dirección creativa de Eugenia Ratcliffe, la estructura operativa de Cimarrón y la gestión institucional de Greenpeace. Cada parte aportó un capital distinto: conocimiento técnico, redes regionales y legitimidad social. Natalia Oreiro, figura de amplia proyección internacional, funcionó como catalizadora simbólica y comercial. Su presencia permitió ampliar el público potencial y posicionar el producto en el mercado de contenidos con propósito, donde Flow —propiedad de Telecom Argentina— reforzó su estrategia de valor social a través de su plataforma On Demand.

Financiar la conciencia: un nuevo paradigma empresarial
Uno de los aspectos más interesantes de “Animales en peligro” es su esquema de financiamiento ético. Greenpeace, fiel a su independencia económica, aportó recursos provenientes de donaciones ciudadanas, evitando vínculos con empresas que operen en sectores contaminantes o extractivos. Cimarrón garantizó la producción técnica bajo políticas de consumo responsable: reducción de desplazamientos, energía renovable y contratación local. Flow asumió los costos de distribución digital, integrando el proyecto a su política de responsabilidad corporativa. El resultado fue un modelo autosustentable donde cada actor empresarial mantuvo coherencia con sus valores.

Natalia Oreiro: el capital simbólico del liderazgo cultural
Desde una perspectiva de management, Natalia Oreiro encarna un activo estratégico. Su adhesión pública a causas ambientales potencia la reputación del proyecto y amplifica la visibilidad de Greenpeace. En “Animales en peligro”, su voz y su figura funcionan como un puente emocional y de confianza. Para las marcas involucradas, su participación representa un diferencial intangible: credibilidad. En la industria contemporánea, el valor reputacional se convierte en un componente clave del retorno de inversión, y Oreiro logra convertir la empatía en capital simbólico de alto impacto.

El liderazgo detrás de las cámaras
Santiago López, CEO de Cimarrón, describió el proyecto como un hito en producción sostenible: seis episodios rodados en distintos países con equipos reducidos, protocolos de filmación ética y respeto absoluto por las especies y comunidades locales. Cada locación —desde los Esteros del Iberá en Argentina hasta la Bahía de Lota en Chile y el páramo colombiano— implicó un desafío logístico y presupuestario. El liderazgo ejecutivo consistió en combinar eficiencia económica con sensibilidad ambiental, demostrando que la sustentabilidad también puede ser una ventaja competitiva.

La estrategia de Greenpeace: del activismo a la gestión de contenidos
Greenpeace lleva años consolidando una estrategia de comunicación que vincula investigación científica, activismo y narrativas audiovisuales. “Animales en peligro” es su ejemplo más acabado de diversificación mediática. El proyecto fue concebido internamente como inversión a largo plazo en reputación organizacional y educación ambiental. Para Greenpeace, producir contenidos de alto nivel estético es tan importante como impulsar campañas directas: ambos fortalecen la marca y amplían la base social de apoyo. Este modelo demuestra que la gestión ambiental puede adoptar herramientas de marketing sin perder autenticidad.

Flow y el posicionamiento de las plataformas con propósito
Telecom Argentina, a través de Flow, entendió la oportunidad de vincularse con un contenido de alto valor simbólico. En un mercado donde el streaming se vuelve homogéneo, las producciones con propósito diferencian la oferta. Asociarse con Greenpeace permitió a la plataforma construir reputación de sostenibilidad y compromiso social. Flow no solo distribuye entretenimiento, sino que comunica valores. Esta alianza evidencia cómo la industria audiovisual puede generar externalidades positivas mientras mantiene sus objetivos comerciales.

Argentina, Chile y Colombia como modelo de integración regional
La dimensión transnacional del proyecto refuerza la idea de cooperación latinoamericana. En términos de producción, significó articular permisos, financiamiento y logística entre tres países. Desde el punto de vista corporativo, implicó generar una red de valor compartido: empleo local, intercambio de conocimientos técnicos y fortalecimiento de la economía creativa regional. Greenpeace visualiza esta dinámica como un modelo de gestión colaborativa que puede aplicarse a otras iniciativas de comunicación ambiental en el futuro.

Conclusión: la gestión sustentable como ventaja competitiva
“Animales en peligro” demuestra que el liderazgo empresarial puede ser compatible con los valores ecológicos cuando se integran desde el diseño estratégico. Greenpeace, Cimarrón y Flow construyeron un ecosistema productivo donde ética y rentabilidad conviven. Natalia Oreiro añade el componente humano que convierte la gestión en relato. Este caso redefine la noción de éxito en la industria audiovisual: ya no se trata solo de audiencia o retorno económico, sino de legado. Liderar, en este contexto, es saber transformar cada decisión en una acción con propósito.