Bernard Arnault nace en Roubaix, Francia, el 5 de marzo de 1949. Se le conoce como un hombre tranquilo y amante del arte que siempre ha buscado el lado perfecto de cualquier cosa. Se dedica a la creación y a darle impulso a los artículos de lujo. Es el dueño del grupo empresarial LVMH, que reune a las firmas más importantes del mundo como; Christian Dior, Louis Vuitton, Loewe, Givenchy o Möet&Chandon.
Convirtió a muchas de las firmas citadas en lo que son hoy en día. Importantes marcas de uso exclusivo para clases bienestantes, luciendo estos sus artículos y otorgando un toque de sofisticación en su indumentaria.
Se dice de Arnault que el éxito material no le importa demasiado sino que es el juego de los negocios y dar importancia a firmas talentosas lo que realmente le mueve en la vida. Le gusta dirigir empresas y colocarlas en cabeza en los mercados.
Bernard es un hombre honesto, meticuloso y tranquilo con un alto grado de sinceridad, rigor y rectitud que lo sitúan en uno de los empresarios más transparentes dentro del mundo empresarial. Además es uno de los mecenas artísticos más influyentes en la actualidad y un amante de la vida familiar a pesar de su agitada vida empresarial donde debe asistir a infinidad de actos donde se mezcla con personalidades del mundo de la política, los negocios, la banca o la cultura.
El secreto de este refutado empresario francés es el amor por su trabajo y las pequeñas dosis de insatisfacción personal que lo llevan a un permanente deseo de ambición por sus negocios. No estamos hablando de dinero, sino de un tipo de crecimiento del ego con el fin de sentirse realizado en sus labores habituales; la capacidad de autosuperación en el ámbito empresarial.
Además siempre se ha mostrado interesado por el mundo virtual de internet, invirtiendo parte de sus ganancias en empresas de telecomunicaciones.
Bernard Arnault se muestra un hombre prudente pero a la vez aguerrido, capaz de llegar a donde él quiera debido a su carácter férreo y meticuloso. Muchos empresarios lo consideran un ejemplo a seguir por su honradez y su valor para tomar determinaciones en pro de su imperio empresarial, obteniendo en la mayoría de los casos, un reconocido éxito en sus quehaceres.